30 de abril de 2008

Magia potagia



Magia, que se posaba en nuestras manos.
Magia, volando sobre los tejados.
Magia, que nos juramos que duraría para siempre.
Magia, que nunca engaña pero miente.
Magia, de las palabras a los hechos.
Magia, hasta quedarnos sin aliento.
Bendita magia.

Magia, para evitar lo inevitable.
Magia, para olvidar lo fácil que se olvida,
como por arte de magia y hubo magia que borró todas las pisadas.
Magia, dolía mucho y no fue nada.
Magia, que todo acaba y ahora te empiezo a echar de menos.
Magia, que salió como una paloma de algún sombrero.
Magia, que volverá para salvarnos.
Magia, en otros cuerpos y otras manos.
Magia de equivocarnos
y nadie quiso hacerse daño
Magia, solo un gramo de magia
Magia
oh oh oh magia



Ivan Ferreiro, desafinando as always

29 de abril de 2008

El jugador de futbolín que quería correr por la banda



Éste podría ser un domingo por la tarde cualquiera, de esos en los que el tiempo pesa y la sombra del lunes crece y crece hasta hacerse insoportable; uno de esos domingos por la tarde en los que lo único que te apetece es quedarte en casa, repantingado en el sofá, haciendo zápping medio adormilado, mientras el tiempo, pastoso, te empapa el cuerpo, se te engancha y hace que moverte para coger el diario y escoger una peli al azar sea una tarea titánica. Éste podría ser un domingo cualquiera, de esos en que decides huir al cine, para ver si así se disipa la angustia de saber que al día siguiente comienza de nuevo la semana. Hoy empieza todo, siempre empieza todo. Y acaba.

Pero hoy no es domingo, sino martes. Y a pesar de todo, la angustia porque se esfume la libertad de la que goza se le agarra al estómago, a los músculos, al cuello y no lo deja casi ser. Con los brazos un poco en aspa y vestido con la camiseta del Barça, el jugador de furbolín que que quería correr por la banda, decide bajar al bar a tomarse unas cañas. PAra hacer más llevadera la espera, piensa. Y con el calor que le proporciona el alcohol, decide explicarle a la Barbie de al lado su triste historia.

Él siempre quiso correr por la banda, deshacerse de aquella barra de hierro que le atravesaba las entrañas y avanzar raúdo por el lateral del campo hasta colarse en la portería. Y, entonces, marcar algún gol. Pero lo cierto era que desde que vio la luz, hace ya unos cuantos años, le había tocado estar en el centro, sin pena ni gloria, y las únicas grandes jugadas con las que podía soñar eran desplazarse de izquierda a derecha, o viceversa, hacer el molinillo, en el peor de los casos, cuando caía en manos de algún inexperto; y, en el mejor, que el balón pasara rozándole las piernas y pudiera hacer una buena pasada. En alguna ocasión había ocurrido, sí, pero... ¡si al menos le hubiera tocado ser portero o delantero!

Llevaba un tiempo pensando que ya no aguantaba más. Por eso, esta mañana ha decidido escaparse y empezar a experimentar la vida: desde las cosas más triviales, como darse una vuelta por la Barceloneta, remojarse los pies en la playa o tomarse una paella y unas cañas; hasta ir a un partido del Barça o enamorarse de una Barbie, como ella, le dice con mirada pícara. Pero el jugador mucho teme que aquella sensación de libertad de la que hoy disfruta pronto se acabe. Sabe que tarde o temprano lo encontrarán, que está condenado a moverse por el campo de madera hasta que el cuerpo le aguante. Y que dejará de correr por la banda para volver a estar atravesado por su destino.


*Este minirelato está inspirado en el libro de cuentos que acaba de publicar Ramon Pardina, El jugador de futbolí que volia córrer per la banda (Ed. La Busca, 2007). Y forma parte de un repor o algo así que publicaré en breve en La Vanguardia. Si queréis ver parte de la juerga de este personaje, podéis clicar aquí.

23 de abril de 2008

El placer de leer




Según acaban de contar en el telediario, hoy se prevé vender el 10% de los libros que se venden todo el año, al menos en Catalunya. Una cifra que no está nada mal. Yo ayer ya hice mis compritas, para evitar aglomeraciones de última hora. Y por mucho que muchos critiquen que sólo hoy se vendan libros, que haya muchos que sólo hoy compren, que sólo Ruiz Zafón y otros mediáticos, como Buenafuente, vendan hoy... pues qué quieres que te diga, que me parece genial, que al menos, aunque sea por un día, tendrán el placer de la lectura entre sus manos.

Confieso que lo mío con los libros tiene un punto fetichista.

Confieso que a veces, cuando estoy agobiada, me gusta colarme en La Central. Ese olor a letra, a papel impreso, a cultura atrapada me pone :P

Confieso que me encanta deambular por entre los montones de libros, recrearme en sus tapas, en las ilustraciones; abrirlos, husmearlos, toquetearlos, hundir la nariz en sus lomos; repetir en voz bajita el título, varias veces, como si fueran mantras.

Confieso que a veces tengo flechazos y me compro libros simplemente por la portada o por el título. Es un riesgo: a veces ganas y otras, las menos, te quedas a medio camino. "Tu nombre envenena mis sueños", "Si te dicen que caí", "La nada cotidiana"... hay títulos maravillosos, verdaderas joyas de arte que valdría la pena recopilar en un libro. Como las portadas. La de veces que me he llevado novelas a casa sólo por el diseño, la ilustración o la foto de portada! También, es cierto, me pasa con los discos.

Confieso que a veces me dejo seducir y se lo pongo fácil. Voy avanzando lentamente por los pasillos de una librería cuando, como si fueran sirenas y yo un argonauta, me enredan con sus cantos, me atraen con sus voces sensuales y me hacen ojitos, hasta que logran que me acerque a ellos, los acaricie y acabe llevándomelos a casa.

Confieso que luego, en mi habitación, como si se tratara de un cuadro robado, los saco con cuidado de la bolsa, despacito, los ojeo y los coloco con sumo cuidado en la estantería. Y confieso que es también así como escojo en qué orden leerlos. Para mí es todo un ritual. Tras acabar un libro, me acerco a la estantería, me coloco frente a ellos, cierro los ojos y les dejo que me hablen, que me cuenten, que me susurren sus historias. A veces, algunos gritan tanto que voy directa . Otras, pelean entre ellos por hacerse con mi atención, temerosos de que no haya tiempo para todos y de que acaben perdiendo sus letras en el olvido. Lo que no saben es que yo pienso dedicarles una vida entera. Pero... shhhh, es secreto, no quiero que lo sepan y se confíen y dejen de esforzarse.




Y de todo este fetichismo la culpa la tiene mi padre. Cuando era pequeña, y aún no sabía leer, recuerdo que los viernes me llevaba a una especie de quiosco papelería que había en mi calle y me compraba un nuevo libro de una serie de cuentos tradicionales, como Simbad el Marino, Las bailarinas rojas, El soldadito de plomo...; eran rojos, finitos como un cómic y solían ser una historia tradicional explicada en grande, a toda página, y luego un par más en chiquito, como con viñetas.

Al llegar a casa, esos libros iban a parar a una especie de carricoche enorme para muñecas pero sin muñecas que tenía junto a mi cama. Y los leía y releía mil veces. Bueno, lo correcto sería decir que miraba los dibujos y los palotes aquellos que había escritos debajo de las viñetas, inventando qué dirían. Y eso lo hacía muchas veces, porque de niña, me dolían mucho mucho los tobillos y las rodillas; me daban unos ataques terribles y me pasaba mucho tiempo en cama; decían que eran dolores de crecimiento; si fuera así, sería un gigante, y no me hubiera estancado en mi 1,65cm. Pero bueno, durante aquellas nada felices noches en que los tobillos parecía que iban a estallarme y me hinchaba a llorar, aquellos cuentos me hacían compañía.

A veces, con un poco de suerte, si pillaba a mi padre en casa y estaba de buenas, venía y me los leía, aunque... a su manera. ¿Habéis oído hablar alguna vez de Blancanieves, una chica que se iba de marcha a tomar cubatas con siete enanitos? ¿No? ¿Y de una joven llamada Cenicienta que en la discoteca conocía a un apuesto joven? Así eran las versiones de mi padre. Para nada políticamente correctas. Y por no hablar de la de Caperucita... la Lolita de la capucha roja...



Luego aprendí a leer y pude empezar a entender lo que aquellos garabatos querían decir. Tras aquella colección de cuentos rojos -que evidentemente guardo-, llegaron muchas otras; en mi sillón tenía una especie de sofá de gomaespuma plegable de color naranja y solía sentarme allí a devorar los nuevos volúmenes. Sopaboba, el Gigante Bonachón, el Pirata Garrapata, De profesión fantasma, Un duende a rayas; e incluso se colaba algún clásico, como La Llamada de lo salvaje, de Jack London. Veneraba a Christine Nöstingler, una alemana que hacía libros divertidísimos; hace poco, encontré un libro suyo en una librería y se lo regalé a mis primitos y... ni caso. Quizás, como Puk, el Club de los siete, o Los Cinco, Nöstingler es también generacional. Y en segundo de EGB decidí que sería escritora. Pero ya es otra historia.

Leer es un verdadero placer. A mí me ha hecho soñar, reír, llorar, entristecerme y alegrarme; me ha hecho incluso viajar, literalmente, para conocer lugares leídos; me ha hecho vivir otras vidas; imaginar cómo quiero que sea la mía; enamorarme, sentir la muerte; tener un hijo; ser un polizón en un barco hacia el Nuevo Mundo; habitar una casa llena de espítus y mil historias más.

Leer es un verdadero placer. Así es que... Feliz día de Sant Jordi a todos.




Ah! El muñecote de arriba es Firmin, un ratoncito de Boston que se alimenta de los libros que se apilan en el sótano de la librería de viejo Norman y que aspira a convertirse en un gran autor. Es un homenaje a la lectura. Y a mí me lo han regalado hoy. Es de Sam Savage y está publicado por Seix Barral.

Aquí podéis leer el primer capítulo.

22 de abril de 2008

Calentando motores para Sant Jordi

Sin duda, uno de los días más bellos del año.

Buscando algo que me pueda servir para escribir 3500 caracteres sobre moldes para magdalenas de silicona... -sí, la vida de un periodista puede llegar a resultar apasionante-, me he topado con el blog de Jorge Gonzalvo, Puzzle, uan verdadera delicia. Mañana, o esta noche, o cualquier otra noche, si tenéis un ratito, regalaros un buen paseo por sus cuentos.

Yo, de momento, copio la primera de las piezas de sus puzzles con la que me he topado. Y de cómo he llegado de la magdalena a este cuento... pues ni idea. Misterios de Google.

Todo todito todo está copiado de Puzzle :D

Te regalo un cuento





Te regalo un cuento. Podía haber sido un paseo por el parque o una canción a medio hacer. Un capuccino en tu plaza favorita o un truco de magia sin ensayar apenitas.

Pero no. Quería que fuera un cuento. No para después de hacer el amor ni para que nos echemos de menos. No para que suene el Adaggieto de la quinta de Mahler, ni nada por el estilo. Te regalo un cuento para que puedas hacerlo tuyo dibujándole una narizota, para que lo compartas con tu vecina de escalera o con tu gato. Para que elijas la banda sonora que te apetece que suene de fondo mientras lo lees.

Yo tengo mis canciones para escribirte. Tú las tuyas para leerme.

Te regalo un cuento para que puedas llevarlo contigo, dobladito en el bolso, o entre las páginas de un libro de Benedetti. Para que cuando te enfades conmigo puedas estrujarlo y hacer con él una pelota de papel, arrojarlo por la ventana y mirar complacida cómo lo atropella un autobús. Para que lo fotocopies mil veces y le entregues un ejemplar a quien más te apetezca. Para que envuelvas con él una manzana o para colgarlo en tu pared. Para que le claves alfileres los días en los que me matarías. O para apuntar encima del título el teléfono de tu banco.

Te regalo un cuento improvisado. De esos que empiezas a escribir sin pensar y que no sabes cuándo acaban. Te regalo esta noche y todas las demás. Te ofrezco mi sonrisa non stop, sin conservantes ni colorantes. Aun a riesgo de poder ser acusado de alevosía y nocturnidad, aunque puedan encontrarse muchos más agravantes.

Te dejo abierta la ventana para que te cueles, para que me espíes esta noche. Para que me veas sin que te vea. Para que me cuides un poco sin que yo lo sepa.

Te regalo una idea. El concepto más hermoso de complicidad, un escenario vacío en el que buscar la manera de encontrarse. Te regalo un cuento que habla de amigos y de sueños, de noches de verano pegajosas, de mí mismo mientras me imagino tu cuarto desde lo alto del cielo antes de lanzarme en picado sobre tu almohada. De kamikazes que se estrellan en tus brazos y que no vuelven a despegar, ni falta que les hace.

Te regalo el kit completo de cariño, el maletín mágico con el que jugabas de niña a maquillar muñecas y cocinar guisos de plastilina mientras yo fabricaba dinamita con el Quimicefa.

Te regalo un cuento indeterminado sin pies ni cabeza, sin trama ni desenlace final, sin argumentos y sin actores de reparto. Sin moraleja. Y si la tiene, que sólo tú la conozcas.
Lo único que necesitas es apagar la luz, cerrar los ojos y la puerta de tu habitación, no necesariamente en ese orden. Dejar que te lea al oído, olvidarte de las facturas y del telediario. Quererme un poco más que hace cinco minutos y hacérmelo saber, de alguna manera.

Te regalo un deseo. Llenarte de unas ganas locas de reír y de que salgas corriendo en busca de una diadema bonita para el pelo. Que necesites llamarme y te encuentres pidiéndome que apague la luz, que cierre mi puerta y entonces, empieces a leer el mismo cuento que estás leyendo ahora. Y ojalá no podamos dejar de llamarnos cada noche, para contarnos el mismo cuento. Toda una vida.

Un cuento para llevarte de viaje y para leerle a tus hijos y a los míos, a tus nietos y a mi abuela. A las calles y a los parques.

Te regalo un cuento sin papel de colores ni un "espero que te guste". Sin aplicar el IVA y sin descuento por pronto pago. Un cuento que habla de ti y de mí, que pueda leerse cualquier día del año, a cualquier hora, sea cual sea tu estado de ánimo o tu sabor favorito de helado.

Te regalo este cuento.

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Cuento finalista (segundo clasificado) del IV Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor de Escuela de Escritores. (www.escueladeescritores.com)

Relato finalista de la edición IV del concurso de cuento Yoescribo.com (2005). Mención especial. (www.yoescribo.com)

(Publicado en la revista cultural "El Desembarco", Julio-Agosto 2006)

Existen diferentes versiones de este relato en Internet, algunas de ellas reconocen la autoría del mismo, otras no. Esta es la versión original, como debidamente se puede comprobar en el Registro de la Propiedad Intelectual, además pertenece a la colección de cuentos editada por el autor: Lugares Felices.

Ilustración: © Cecilia Varela

Retazos

Que el amor es eterno mientras dura.



Bye bye

Versiones

...para una misma historia. Las acabo de descubrir.



Calamaro, desafinando como siempre, pero encantador. Y... no podía faltar Antony

20 de abril de 2008

Declaración de intenciones




Sí, puede que la canción sea una horterada. Lo reconozco. Pero esta mañana ha sido parte de la banda sonora de mi clase de spinning y la verdad es que me ha ido la mar de bien. Me ha parecido una declaración de intenciones en toda regla. Y la he hecho mía. La ha puesto el monitor -un brasilero supersimpático, que antes de comenzar le da las gracias al sol por salir- hacia la mitad de la clase, cuando las fuerzas te flaquean, sudas como un caballo, piensas que no vas a llegar al final, te miras en el espejo y piensas: Oh-Dios-mío-y-yo-con-estos-pelos, mientras en la primera fila un grupo de tres o cuatro chicas monísimas de la muerte sudan con estilo. Qué fuerte, no? Y mientras tú pareces un jacksonfive, con todo el pelo erizado, los rizos descontrolados, toda la sangre concentrada en tu cara, la boca como un zapato y el corazón en plena batucada, ellas, impecables, le sonríen coquetas al profesor. Cómo harán para coordinar sonrisa, ojitos, piernas, brazos...? En esas estaba, preguntándome cómo se hará para tener estilo hasta en el gimnasio, cuando ha sonado El Sueño de Morfeo y...la letra no está mal. Y me ha dado fuerzas, poca coña.

Hace poco escribía en este panel de confesiones que la música me ha salvado la vida. Y creo que ahora debería añadir el deporte. Porque una hora de deporte bastará para sanarme. Ayer leía en La Vanguardia que hay ejercicios que curan. Decían en el artículo que correr puede ser una buena forma de plantar cara al cáncer, y que los ejercicios de fuerza y flexibilidad, además de los deportes en equipo, alejan los síntomas de la depresión. Curioso, no? En vez de ir al psicólogo, podríamos todos empezar a sudar la camiseta en el gimnasio. A mí, también lo reconozco, me sirve de mucho. En esos días tristes grises y oscuros que uno omite en su biografía -lo canta Isma- cuando no te aguantas más, cuando la ansiedad te puede, no te deja concentrarte, ni estar sentada, ni de pie, ni leer, ni escribir ni nada, cojo la mochila y vuelo para el gimnasio. La sola decisión de irme para allá ya me alivia.

Cuando practicas deporte, liberas endorfinas que hacen que te sientas eufórico. Eso es un hecho científico. Y me contaba ayer mi amiga Amélie que hacer deporte es como practicar sexo o tomar una taza de chocolate. El cerebro reacciona igual, liberando esas sustancias endomórficas, que tienen efectos más potentes que los más potentes opiáceos, como la coca o la heroína. Que te hacen sentir bien; que te elevan la autoestima; que te dan un subidón de alegría, aunque sea momentáena. Y es cierto. Unas cuantas piscinas, una clase de spinning, de Gac, de bodypump, media hora corriendo, canalizan mi energía negativa, que se va por el sudor. Me relajan, me calman el humor, me hacen sentirme un poquito bien para poder volver a casa y enfrentarme de nuevo a la vida. Yo creo que los médicos podrían comenzar a recetar deporte contra la trsiteza. ¡Es la medicina del futuro! Estoy segura de ello. En lugar de prozac y antidepresivos, una sesión de voleibol, una excursión en bici por la montaña, o una partida de bádminton. Divertido, sano y más barato. Haced la prueba, funciona.

Yo he acabado mi clase de spinning chorreando, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque intuyo que todo no tiene que ver con el deporte. C, el brasileiro monitor, también tiene buena culpa de ello. Es increíble el buen humor que siempre gasta. Intenta hacer bromas, que bailemos, que juguemos durante un rato con él. Pero nosotros, nada. Sosos a más no poder. Ni siquiera le contestamos y sólo algunos nos atrevemos a reírnos con sus bromas. ¿Qué hará aquí un brasileño?? Pobre.. Ánimos C! Cuando sea mayor o cuando no aguante más esta realidad, haré las maletas y me exiliaré al Brasil, el país de la alegría y el sol eterno.

Y para acabar, una canción:

The Smiths, Esa luz nunca se apagará

16 de abril de 2008

La sensación de pérdida es terrible II



Uf, la sensación de pérdida es terrible. Además, llega a destiempo, cuando ya no te la esperas. Te levantas una mañana y está ahí, esperándote a los pies de la cama, en el armario, junto al bote del café, en la ducha. Al principio la miras extrañado, sin recordar. Piensas que si cierras los ojos fuerte y cuentas hasta tres desaparecerá, como el monstruo del armario. Pero... ¡No hay manera de librarse de ella! Es una especie de cobrador del frac, una crisálida sanguinolenta, deforme-informe-amorfa que se mueve detrás de ti; a veces se te cuela entre las piernas, como si fuera un gato, y te hace tropezar. Otras se te enrosca por el cuello y los brazos mientras ves la televisión Y te intenta engañar haciéndote cosquillas, haciéndose la inofensiva, mientras te aprieta los músculos, los pulmones, el estómago y te vas poniendo morado.

Camina lenta y parsimoniosa dejando un rastro de baba por casa, pringando las paredes, los suelos, las puertas, incluso la ropa. Y cuando entras en el salón tienes que tener mucho cuidado de no quedarte enganchado al suelo, en esa especie de magma. Y antes de ponerte un jersei tienes que revisarlo bien, no vaya a ser que ande por ahí escondida, como si fuera blandiblú, y se te quede pegada al pecho para siempre, se derrame y se te cuele entre las rendijas de las costillas y vaya a parar a algún órgano vital. ¡Menudo estropicio!

Vivir así no es nada fácil. A veces, fregona en mano, intentas recogerla y deshacerte de ella, tirándola al WC. No obstante, cuando crees que lo has conseguido, que ya no está, aparece de nuevo, traidora, chorreándote la vida. Y entonces asumes que siempre estará contigo, por mucho que intentes esquivarla y evitarla, y que, a lo sumo, conseguirás hacerla más chiquita, para que no moleste tanto. Quizás entonces algún día te olvides de que anda por ahí, por casa y la vuelvas a ver escondida en alguna maleta, en la estantería o en algún ámbum de fotos. Pero para entonces ya la habrás perdonado y la mirarás con cariño, y ella tímida, abrumada por tanta comprensión, se hará a un lado y te dejará seguir pasando las páginas.



(Damià Díaz. Suite Retratos del vacío 7)

La sensació de pèrdua és terrible

uf, la sensació de pèrdua és terrible. comences per la logística, clar. com podràs treballar amb aquesta plorera continguda als pulmons, com passaràs el dia tot zombi sense poder parlar amb ningú i pensant tots els detalls de totes les converses minut a minut repassant tots els segons d'una vida passada. com podràs oblidar el cos que t'has fet teu a base de dormir-hi al costat sense haver-te avesat mai a les virtuts d'una forma tan especial, la forma que vares reconèixer instantàniament el primer dia, ah sí, és de les que s'enrotllen amb els altres, una tia així mai s'enrotllaria amb mi, i després resulta que loca per tu. la sensació de pèrdua, cagat de merca, que et deia ella que no dormia, ni menjava i plorant tot el sant dia al sofà, tot per tu imbècil, i ara que ja no ho tens, ets incapaç de recordar com va ser que li digueres que no, perquè en algun moment ho hagueres de fer idiota, però tampoc te'n recordes, la qüestió és que ho tenies a la mà i ara és tan enfora que no saps ni com és. (...)

... no pots escriure, no pots parlar, no pots mirar, no pots menjar res, no pots dormir, no pots escolta música, només ficar-te al llit a les sis de la tarda quan ja rebentes i tapar-te el cap amb el coixí, si almenys poguessis plorar un poquet o com a mínim que la pilota de tennis que dus a la gola desaparegués dues horetes i te poguessis oblidar de la veu que et ressona amb la rialla aquell dia que estaves de tan bon humor i la feies riure sense parar amb tonteries woody allen (...)


El misteri de l'amor. Joan Miquel Oliver, gloriós lletrista dels Antònia Font

15 de abril de 2008

Time is crucial



Es simplemente una preciosidad. Gracias S por descubrírme a Russian Red. El día 25 a las 18h tendré el placer de charlar con Lourdes Hernández, la cantante en persona. Ayer hablé con ella por teléfono. Es encantadora, muy dulce, con un punto risueño y naïve. da gusto a veces encontrarte a personas así. Esperemos que la fama no la estropee

13 de abril de 2008

Nuevo disco de Death Cab for Cutie

Pues eso. Que leyendo el blog de Raúl me he enterado de que Death Cub for Cutie, uno de mis grupos preferidos, saca nuevo álbum en mayo. Aquí va un adelanto. El single, I will possess yout heart. Espero que hagan gira de presentación y que se acuerden de pasar por España!

Las chicas sólo quieren divertirse




Russian Red. El 25 de abril en la Sala Castelló, en Barcelona.

10 de abril de 2008

9 de abril de 2008

I'm not scared

Un buen amigo me envía este salvavidas desde los 80. Qué tiempos aquellos.

El Mago de Oz

A veces me siento como Dorothy en el Mago de Oz. Estoy tan tranquila en mi cuartito inventando historias y contando cuentos, cuando, de repente, noto que todo empieza a temblar. Y entonces sé que se aproxima. Comienzo a ponerme nerviosa y me entran ganas de llorar. Y entonces todo gira y gira.



El techo, los libros, las fotos, incluso las piedrecitas que colecciono. Todo va dando vueltas por casa. Y miro por la ventana y mi casa ya no está en mi barrio, sino que ha sido arrancada de cuajo y no se sabe muy bien para dónde va. Da algunos tumbos, se golpea contra algunos edificios, a veces parece que va hacia el mar, pero entonces, rápida, finta a un colegio y se encamina hacia la montaña.

Y yo ya no soy yo. Ya no llevo mi ropa, que ha comenzado a girar por las habitaciones; ni tampoco mi pelo es mi pelo, ni mis ojos, ni mi piel. El estómago centrifuga, el hígado se sube a la planta del corazón e intenta ocupar su sitio. Los riñones, caprichosos, deciden cambiarse por los pulmones, y la sangre, algo mareada por tanto vértigo, se desparrama sin ton ni son por todas partes. Y me miro en el espejo y todo está turbio, desdibujado por tanta vuelta y tanto tumbo. Y veo como la fuerza del remolino me arranca una oreja, luego un brazo, un trozo de cadera, y me voy desperdigando por las paredes, por los suelos.

Recojo como puedo lo que voy encontrando de mí y corro hacia la cama, a esconderme debajo de la manta. Pero ni con ésas.

Entonces recuerdo el cuento. Despacio, por miedo a perder todo mi contenido visceral, me dirijo al salón, cazo al vuelo mi par de zapatos rojos y deseo con todas las células que me quedan buscar el camino de ladrillo amarillo. Me tomo unas cuantas nubes rosas para días grises que algún duendecillo bienintencionado me esconden de vez en cuando en la taza del café y salgo dispuesta a encontrarlo y a recorrerlo. A veces lo consigo. Y otras, como hoy, me pierdo en este torbellino.

Entonces es cuando me doy cuenta de que no soy Dorothy, sino Cristinette. Y que ningún Mago de Oz bastará para sanarme.

5 de abril de 2008

El misteri de l'amor

No me voy a poner mística esta mañana, no. Es el título de una genialidad del cantante de los Antònia Font, un grupo mallorquín brutal, para los que no lo conozcáis. Y este señor, Joan Miquel Oliver, ha publicado su primera novela, que mi escafandrista particular me ha regalado. Y ése es el título, El misteri de l'amor. Y en eso ando a estas horas, tempranito un sábado, buceando entre los delirios de este tipet. Y de banda sonora, un regalito matutino, Dead can Dance. Un descubrimiento reciente e inesperado.




Gràcies N.

4 de abril de 2008

Tengo un Rothko en mi habitación


Es difícil explicar por qué me gusta, pero el hecho es que me encanta. Me provoca paz, me infunde alegría, me emociona la belleza de su simplicidad. Y soy una mujer bastante afortunada: tengo nada menos que tres Rothkos en mi habitación! Dice R que está cargada de energía y yo creo que la culpa la tiene este ruso, que me la llena de color, de naranjas y amarillos y magentas y azules. El fin de semana, cuando me despierto, me gusta hacer un poco el remolón y abrir los ojos despacito y mirar hacia mi izquierda, y contemplar despacito cómo comienza el día desde mi "naranja-amarillo-naranja".

Buen finde

C

The blower's daughter



and so it is
just like you said it would be
life goes easy on me
most of the time
and so it is
the shorter story
no love no glory
no hero in her skies
i can't take my eyes off of you
and so it is
just like you said it should be
we'll both forget the breeze
most of the time
and so it is
the colder water
the blower's daughter
the pupil in denial
i can't take my eyes off of you
did i say that i loathe you?
did i say that i want to
leave it all behind?
i can't take my mind off of you
my mind
'til i find somebody new

Music saved my life

De todas las funciones cognitivas humanas, las facultades musicales siguen siendo un enigma para la ciencia. ¿Por qué algunas personas son capaces de componer y otras, en cambio, no pueden ni tan siquiera entonar un par de frases de una canción sin desafina? Dicen los científicos que todas las culturas tienen música, de igual forma que tienen lenguaje, pero se ve que si bien el habla es una necesidad biológica, de supervivencia, la música no. Yo no estoy para nada de acuerdo con ellos, claro. A mí la música estos meses me ha salvado literalmente la vida.

Actúa sobre la tristeza y la ansiedad, sobre el estado de ánimo, como un bálsamo. Como esa cremita refrescante que te ponía tu madre de pequeña cuando volvías de la playa, completamente achicharrada, para que se te pasara el escozor. Orfeo tocaba el laúd para curar la melancolía; John Cash trataba con el Gospel, los esclavo negros de América se daban fuerza y ánimos con el blues, y una sesión de samba brasileña te pone las pilas, te hace sentir bien y te da un chute potente de energía. Además, científicamente está demostrado que la música activa el sistema inmunológico; que aumenta los niveles de endorfinas, que son una especie de opiáceos naturales propios del cerebro y que cuando se desparraman por el cuerpo, te causan placer; como cuando te comes un coulant de chocolate, como cuando le das un beso apasionado a tu pareja, como cuando escuchas un buen tema.

La música es capaz de disminuir el dolor e inducir a una euforia natural, muy positiva para el cuerpo. Y no lo digo yo, eh? aunque lo he comprobado en mis carnes. Lo dicen mogollón de estudios que se han llevado a cabo con enfermos de cáncer, a los que cada día debían chutarles dosis ingentes de morfina; la música los relajaba y funcionaba como un superanalgésico.


Y yo creo que debe de ser así. Vamos, no puede ser de otra forma. La música siempre ha formado parte de mi vida. Ahora mientras escribo este post suena de fondo Damien Rice. Cuando era pequeña pequeña, a mi padre le encantaba la música. Recuerdo que los viernes se iba a una tienda de discos (vinilos!!) cerca del cole deonde yo estudiaba y cogía unos cuantos, se los llevaba a casa y los escuchábamos a toda pastilla. Mi madre se volvía un poco loca. !Bajad eso!!, nos gritaba.Pero nosotros, ni caso. Me ponía de todo: desde Mike Olfield, hasta Police o Led Zeppelin. También Serrat y hevaymetal, porque en aquel entonces mi padre, señores, era metalero! Luego llegó mi hermano pequeño. Y entonces era aún mejor, porque él se animaba a cantar. Os acordais de The final Countdown, de Europe, aquel grupo de melenudos nórdicos? (yo una vez soñé que el cantante me pedía una cita... aish) Pues yo recuerdo a mi hermano con 4 o 5 años desgañitándose: "Estofado chauchau!!!!!" Y muchas veces mi padre lo cogía en brazos y bailaba por el salón de casa. Y era muy divertido, y hasta mi madre se acababa riendo a carcajadas -aunque seguía insistiendo en que bajáramos la música o la quitáramos. Pero es que no se daba cuenta de que la música se tiene que oír bien alta? Que te tiene que envolver?-.

Supongo que siempre he escuchado mucha música. Pero desde hacía un tiempo la tenía algo aparcada. Y ahora he vuelto a ella. No me puedo ni imaginar qué hubiera sido de mí sin ella estas últimas semanas. Cuando no había nada que aplacara el dolor, el desasosiego, el abismo que supone la pérdida. La soledad. Ahí estaba Cat Power para llevarme salvaje en el viento; y José González con sus trivialidades; y los Antònia Font, que me hablaban de cuando salió el sol. Y Damien Rice, que me hace soñar que algún día un príncipe azul vendrá enfundado en un traje de submarinista, con una enorme bombona de oxígeno, en un flamante batisfafo rojo a rescatarme. Hasta entonces, siempre nos quedará la música.

2 de abril de 2008

Escuchando a Thom Yorke

Os he dicho ya que veré a este señor en persona dentro de muy poquito?




De este disco, me gustan en particular los dibujos, qeu son de Stanley Donwood.

London View es la serie de 14 grabados realizados por Stanley Donwood que Thom Yorke, cantante de Radiohead, utilizó en su reciente disco solista The Eraser como arte de tapa. “Un panorama apocalíptico que se expande con la corriente del Támesis que arrastra los edificios más emblemáticos de la ciudad”.





Realizados con una prensa de 1860, en el primer grabado hay un personaje que levanta la mano haciendo un gesto para detener las olas que amenazan con arrasarlo. Representa a Canute el Grande quien gobernó en Inglaterra entre 1016 y 1035, y la leyenda cuenta que sus cortesanos le decían que su poder era tan grande que las fuerzas de la naturaleza le obedecerían. El monarca colocó su trono en la orilla del mar y ordenó a las olas que retrocedieran.

Mis siestas


Y para que veais que realmente duermo como os he contado, aquí me tenéis. Desperdigada por algun campo de Normandía.

Buenos días :)

Posturas en la cama



No vayáis a pensar mal. Este post no va a ir sobre piruetas acrobáticas en pareja, sino sobre cómo nos disponemos físicamente para acometer el sueño. Yo, he de reconocerlo, soy de mena optiminista, y casi toda mi vida, o hasta lo que la memoria me alcanza, casi siempre había dormido bocarriba, piernas juntas o a veces la derecha formando un ángulo de unos 45º, con las manos en el pecho. A Mrs Rexi siempre le había dado cierto yuyu porque, me decía, parecía que estuviera durmiendo en un ataúd. Consideraciones aparte, lo cierto es que era cómodo, muy cómodo. Y a mi subconsciente parece que le gustaba, porque me mantenía quieta quieta tooooda la noche. Hace unos tres años intruje una variedad a esa posturita: manos arriba, como si fuera un atraco de horas de sueño. Me encantaba dormir con los brazos estirados, un poco doblados sobre la cabeza y me levantaba ufana y feliz. Hace poco leí en algún suplemento que es postura optimista, de persona alegre y abierta. Será que un poco soy así, ¿no?

Más tarde, llegó la postura 2, la de dormir en pareja; y he dicho postura en singular aunque en realidad son varias. Para mí, las más frecuentes eran "la cucharita", cuando te pones de costado y tu pareja te abraza por detrás.; esta postura tiene el inconveniente de que el que está atrás, sobre todo si es el chico, corre el peligro de morir asfixiado por tu pelo laaaargo de chica; el otro problema es qué hacer con el brazo que queda tocando la cama, que a menudo acaba en posturas raras, se te duerme, se niega a responder a tus órdenes y se rebela con calambrazos. Y luego está la postura más peliculera de todas y para mí también la más linda, la de 'ponte', que es cuando el otro se estira, te mira cómplice, abre el brazo y te dice 'ponte', y tú te refugias en su pecho. Linda, cierto, aunque a menudo incómoda; la sueles aguantar hasta que te quedas frito. Porque, por suerte, el subconsciente no sabe de romanticismos ni de nada de eso. Y menos en verano, cuando te sobran hasta las sábanas.

Hace algunos meses he descubierto una nueva forma de dormir, que curiosamente se repite y se repite noche tras noche. Si no me pongo así, ¡no hay manera! Y es tumbada lateral, siempre recostada sobre el lado derecho, dándome un abrazo, como si tuviera miedo a perderme entre las sábanas y el cojín, o a que se me escaparan los escasos sueños que tengo últimamente. Y he de decir que es bastante cómoda. Vuelvo a no moverme. A acostarme y levantarme en el mismo punto geodésico exacto e mi cama, de mi habitación, de mi ciudad, de mi mundo. Y esto, os he de decir que tiene una gran ventaja: la de ahorrarte tener que hacer medio lado de la cama.

Esta noche, no obstante, ha sido raro. Noté que estaba acompañada. Leí un poco, apagué la luz, como suelo hacer cada noche -somos animales de costumbres- y me dipuse en mi posturita, a esperar a que llegara el alertagamiento. Y entonces te sentí entrar de puntillas, para no despertarme, sigiloso, como un gatito. Y no te diste cuenta de que me hacía la dormida. Y te tumbaste a mi lado, estilo cucharita. Y notaba tu respiración tranquila en la nuca. Y he dormido a peso, profundamente, como hacía tiempo que no podía. Esta mañana, al despertar, he creído que dormía sobre tu pecho, como hacíamos siempre. Pero incluso antes de abrir los ojos he sabido que no estabas. Y me ha invadido la tristeza, la ausencia de tus noches. El saber que no estás. Por eso, cuando ha sonado el despertador, lo he apagado, me he dado media vuelta, me he puesto en mi recién encontrada posición y he decidido dormir un rato más, a ver si te oigo en la ducha y me animo a levantarme para que desayunemos juntos.